Domingo Piscitelli nació en Acerra, Napoli. Resultó herido de bala en la Segunda Guerra Mundial cuando se desempeñaba como bombero y llegó a la ciudad de La Plata para construir una nueva vida junto a su familia. Su nieto, Sergio Domingo Piscitelli, creció con él y nos cuenta su historia. Una hermosa forma de homenajearlo y seguir recuperando los retratos de nuestra italianidad.
De Acerra, Napoli a La Plata
“Nació en Acerra, Napoli. Para poner una referencia, es el mismo barrio donde Maradona hizo el famoso partido a beneficio en el barro, le dijeron que no lo hiciese, ya que se podía lastimar y no le importó y lo hizo igual”. Sergio, su nieto, comienza a narrar la historia.
“Llegó sin su familia y consiguió trabajo en la República de los Niños que se estaba construyendo. Se pudo comprar un terreno en Tolosa, que en ese entonces, era todo descampado. En el barrio eran casi todos italianos de distintos lugares. Se armó una casita de chapa y empezó a construirla él, ya que en Italia era albañil”.
Bombero en la Segunda Guerra Mundial
“Además de albañil, fue bombero en el ejército y tenía un balazo que le dieron los alemanes cuando estaba apagando un incendio en la guerra. Tres meses tuvo la bala alojada porque no había luz. Tres meses con infección y casi pierde la pierna”.
Las costumbres agrícolas
Sergio vivió toda su infancia con su abuelo Domingo Piscitelli. Recuerda que elaboraban vinos, cuyos secretos no quería develar. “Yo era chico y los hacía con él. Tenía un gusto especial y toda la gente estaba enloquecida con su vino. Le pedían la receta, se la querían comprar y mi abuelo jamás se la dio a nadie, prefería regalar. Tampoco quería vender los vinos. Se llevó la receta a la tumba. Tenía una bodega con una gran cantidad de vinos”.
Tenía muchas costumbres italianas. En el fondo había plantaciones de 25 metros de todo lo que quieras. No íbamos nunca a la verdulería, se vivía de lo que mi abuelo plantaba. Había cinco o seis limoneros. Salían cantidades impresionantes de limones. Teníamos varios galpones en casa para guardar limones, salsa de tomate, de todo”.
El nieto de Domingo explica como los conservaba: “Se ponía una capa de aserrín en una caja, una capa de limones, otra capa de aserrín, otra capa de limones y así sucesivamente con todas las cajas.
Separaba la basura desde muchísimo tiempo antes de que acá se haga. Estoy hablando de hace mas de 50 años. Y lo orgánico servía para abonar la tierra“. Concluye.
Domingo Piscitelli y su nueva vida en La Plata
Domingo Piscitelli vivió en soledad alrededor de 5 años en La Plata hasta que llegó su familia (su esposa Marianna Selvaggio, su suegra y sus hijos Gino y Magdalena). “Mi tía tenía 11 años y mi papá 7. Los mandó a buscar cuando ya tenía la casa construida”.
Luego se dedicó a vender. “Empezó a ir a Buenos Aires a comprar mercadería en mercerías y se compró un carrito con una yegua que se llamaba Pituca“, relata su nieto y hace una pausa visiblemente emocionado.
“El carro era techado y cuando iba a los barrios a vender hacía sonar un silbato y la gente salía a comprar. Mas adelante pudo tener un permiso para tener un puesto en la feria.
“Se levantaba muy temprano: cinco y media de la mañana. Se iba a trabajar a la feria, volvía, comía, se iba a la quinta al fondo, construía algo y recién tenía un descanso para tomarse una birra a las siete de la tarde. No se cansaba nunca. Y así fue su vida. Siempre trabajando y en la quinta. Murió en 1984 y todavía me cuesta hablar de él sin emocionarme“, enfatiza Sergio, que tenía 18 años en ese entonces.
La crianza con abuelos napolitanos
“Mis abuelos tenían la costumbre de almacenar comida porque venían de la guerra, donde faltaban cosas. Mucho azúcar, aceite, café, botellas, cajas. Una habitación llena de mercaderías y nunca faltó nada. Hubo una época en que hubo desabastecimiento pero en mi casa no”.
“Siempre fueron muy austeros. En mi casa no había nada de lujos ni adornos. Televisor color solo hubo porque se lo regaló mi papá. Todo muy precario. Comida, libros y remedios jamás faltaron. Me compró siempre todo. Mi abuelo ponía mucho énfasis en la educación. Yo empecé a comprarme ropa recién cuando empecé a trabajar a los 15 años.
Teníamos todo antiguo: los cuadros que habían traído de Italia, las camas y los muebles viejos, el despertador a cuerda marca Veglia. Nunca renovamos nada. Se gastaba lo que se necesitaba. Todos los italianos del barrio hacían lo mismo”. Por otro lado, Sergio Piscitelli cuenta que durante su infancia su abuela Marianna se emocionaba y lloraba todas la veces que escuchaba la canción de Mario Merola “Lacrime Napulitane”. Un símbolo del desarraigo al emigrar.
Los Piscitelli y Napoli
Domingo Piscitelli reunió dinero y volvió a Italia durante un mes. “Era muy casero. Estuvo más que nada con su familia en Napoli“.
“Años más tarde llegó su hermano Salvatore a conocer Argentina. Vos los veías y eran iguales. Pero el hermano era muy fino, muy bien vestido, las uñas arregladas, el pelo teñido, con cremas. Tenía 80 años, re bien vestido, de lujo y mi abuelo con la misma edad estaba destruido”. “Siempre me quedó una duda: En Napoli están los supermercados Piscitelli SP (Salvatore Piscitelli, el nombre del hermano de mi abuelo). Como los italianos tienen la costumbre de ponerle al nieto el nombre del abuelo, no sé si el dueño será el nieto del que estuvo con nosotros acá”. Concluye.
Mónica Elisabet Piscitelli
Mi mama era iataliana nacio en Bari Italia su apellido es un origen
mi bisabuela se llamaba Magdalena Piscitelli. de Bari