Si hablamos de la basílica del Sagrado Corazón de Jesús, no podemos ignorar a los padres salesianos. Esta congregación, nacida en Italia y compuesta originariamente por una mayoría de italianos, cumplió un rol elemental entre los inmigrantes. Una vez mas, la Sra. Giglio nos hace retroceder en el tiempo con su relato.
Padres salesianos
Sin duda, la congregación es conocida por sus colegios. Precisamente, la educación de los jóvenes fue la principal preocupación de Giovanni Bosco, el santo fundador. Mediante su “método preventivo”, el santo de Torino quería remediar a los jóvenes descarriados, abandonados y necesitados.
Crea así la Sociedad de san Francisco de Sales, por lo que conocemos a sus miembros sacerdotes como “padres salesianos”.
En un época bastante confusa y violenta para Italia (año 1859) don Bosco se propone hacer de los jóvenes “buoni cristiani e bravi cittadini”.
Su obra se expandió rápidamente, siendo Francia el primer país europeo en acoger su obra, y Argentina el primer país fuera de Europa.
Los inmigrantes italianos veían en los padres salesianos a sus paisanos, siendo casi todos ellos italianos. Supieron socorrer en todas sus necesidades a sus compatriotas en el extranjero.
El terremoto de Messina
Fueron muchos los seguidores de don Bosco. Entre ellos san Luis Orione, quién también visito Argentina promoviendo su obra.
El 28 de diciembre de 1908, la ciudad e Messina fue totalmente destruida por un terremoto que duró apenas 37 segundos. Se cuentan alrededor de 80.000 muertos y una enrome cantidad de niños huérfanos.
Luis Orione llega a Messina el 4 de enero de 1909 para consolar a los sobrevivientes y prestar ayuda en todo lo necesario. Desde 1915 la obra de don Bosco se hizo presente eficazmente en esta ciudad siciliana, remediando enromes males a los huérfanos.
Los padres salesianos en La Plata
La primera iglesia de La Plata fue san Ponciano, inaugurada a un año de la fundación de la ciudad, en 1883. En el año 1885, el sacerdote de esta iglesia invita a los salesianos a venir, necesitaban mas sacerdotes.
Por aquél entonces, se estaban construyendo los principales edificios públicos, y los inmigrantes dedicados a la construcción eran numerosos.
En el actual emplazamiento de la basílica, existía entonces una pequeña capilla de madera adquirida por el gobierno de la provincia.
Des hacía diez años aproximadamente, los salesianos cumplían una importante misión en Buenos Aires. Por esto, se piensa oportuno llamarlos para hacerse cargo de esta capilla.
Se les cede la capilla con su terreno, pero con una condición: deberán edificar una escuela de artes y oficios.
Templo, escuela y dormitorio
En agosto de 1886 los padres salesianos comienzan a celebrar los oficios litúrgico y, en el mismo lugar, a impartir las clases. Se contaba apenas con dos aulas, también prefabricadas de madera.
Allí dormían los sacerdotes durante la noche, por lo que pasó a convertirse en templo, escuela y dormitorio.
No pudiendo cumplir con la clausula de edificar la escuela en este período de tiempo, piden una renovación del plazo, que les fue concedida.
Pero, aun con mucho sacrificio, no es posible completar la obra. Entonces, con ayuda de los feligreses, compran el terreno en el año 1891. Así, con mayor libertad para proseguir con su obra los salesianos emprenden la edificación del templo actual.
Inicios de la monumental basílica del Sagrado Corazón de Jesús
En 1898 se coloca la piedra fundamental, debajo de lo que luego sería el altar mayor. El templo se inaugura en 1902, aún en obras.
Su planta arquitectónica es la de una basílica, con una nave central y dos laterales. Será distinguida como basílica menor por el papa Pablo VI en el año 1966, distinción que la une estrechamente a la basílica de san Pedro.
El arquitecto que proyectó la obra fue Sebastián Delpiano, en un estilo neobizantino ecléctico, típico del norte de Italia. Este estilo también llamado “historicista”, por conjugar distintas estéticas, era muy conocido por los italianos que trabajaron en su construcción, hábiles constructores.
El actual esplendor se consiguió con donaciones de feligreses y exalumnos.
La capilla de madera continuaba sirviendo al culto, ubicada en la ochava de 9 y 57, hasta que se trasladó en 1914 a 31 y 46.
En un terreno donado por un feligrés en esta ubicación, se conjugó con mampostería y funcionó como capilla de san Miguel.
Se construyó luego otro edificio, no ya con fines religiosos, y no se tienen noticias del fin de esta capilla. Claudia Giglio considera que debiera hacerse una excavación, a fin de cerrar esta etapa histórica.
