Los vitrales de la Basílica del Sagrado Corazón de Jesús

La Basílica del Sagrado Corazón de Jesús, joya arquitectónica y espiritual de nuestra ciudad, de la que nos hemos ocupado ya en nuestro sitio, no deja de sorprendernos con su riqueza. Los vitrales de su interior dejan paso a la luz en una infinita gama de colores que encantan a quienes entran en el templo.
Una vez más, ayudados por el valioso aporte de la Sra. Claudia Giglio, nos adentraremos en la historia de estas preciosas obras de arte.

Los vitrales, su historia

Todo el conjunto de vitrales de la Basílica Sagrado Corazón de Jesús data de 1930. Son un tesoro artístico traído de la ciudad de Innsbruck, Austria, capital del esquí europeo, en un valle de los Alpes y a unos 476 Km de Viena.
La Tiroler Glasmalerei (Fábrica tirolesa de vitrales artísticos) inició labores en 1861; desde entonces y hasta la fecha sus creaciones ganaron fama mundial, reconocida por el Gobierno austríaco y por la Familia Real.
La Basílica cuenta con 13 medallones ubicados en lo alto de las naves laterales y 14 ventanas ubicadas en el claristorio, diferencia de altura entre la nave central y las laterales.
Todos representan imágenes de santos, santas, Papas y doctores o doctoras de la Ley. Algunos se repiten en ambos formatos. Tienen un fondo geométrico y una guarda ornamental vegetal o floral.

Características de los vitrales de la Basílica del Sagrado Corazón de Jesús

Cuando se piensa en vitrales la mente remite al Gótico, sin embargo estos vitrales son Bizantinos. Los Góticos “narran” escenas bíblicas pues estaban destinados a quienes no leían ni escribían. Los Bizantinos muestran imágenes planas o íconos propios de ese estilo.
En la sacristía, al pie de la escalera que lleva a la Torre Campanario se encuentra uno que data de 1931 donde se observa el sello de origen. Se trata de un Consumatum est, o sea, un Cristo crucificado con ornato arquitectónico (edificios bizantinos). Este vitral, lamentablemente, no está a la vista del público en general.
Son un invaluable tesoro artístico e histórico. Por tratarse de ventanas, aportan luz, pero además aportan arte, color y
dan “atmósfera”.

El nacimiento del vitraux

Los vitrales, o bien vitraux en francés, son vidrieras de colores que comenzaron a usarse a partir del s. XII, en su apogeo, y hasta fines del s. XVIII este arte contará con gran esplendor. Luego de este período, el uso del vitral como ornamentación de las iglesias decayó, pero no desapareció en absoluto.
Con la arquitectura gótica, que se caracteriza por la luz; es decir, gracias a los avances de la arquitectura que permitieron edificaciones mucho más altas y con la posibilidad de abrir grandes ventanales que permitiesen la entrada de la luz solar, el vitreaux ve su natural nacimiento.

La técnica del vitraux

Los grandes arcos apuntados que comienzan a ser una de las características del s. XII, se convierten en el lugar privilegiado para las vidrierías policromadas que, ya sea esmaltadas o formando las imágenes como en la técnica del mosaico (pero usando como material de unión el plomo) narran pasajes bíblicos.
Basándose en una “teología de la luz”, recogida de los antiguos por el Pseudo Dionisio, las catedrales góticas comenzaron por “catequizar” a los iletrados mediante las imágenes de los pasajes bíblicos.
Estos ventanales se componen, esencialmente, de piezas de vidrio policromado o esmaltado, unidos por varillas de plomo, aunque también se comenzaron a usar luego el zinc y el bronce.
Es un trabajo delicadísimo, que requiere de gran maestría. Por esto, la iglesia que posee un complejo de vitrales como los de la Basílica del Sagrado Corazón de Jesús, es digna de una visita contemplativa.

Foto de portada: La imagen by * starrynight1 tiene licencia bajo CC BY-NC-ND 2.0